A veces, cuando en alta noche tranquila,
Sobre las teclas vuela tu mano blanca, Como una mariposa sobre una lila Y al teclado sonoro notas arranca, Cruzando del espacio la negra sombra Filtran por la ventana rayos de luna, Que trazan luces largas sobre la alfombra, Y en alas de las notas a otros lugares, Vuelan mis pensamientos, cruzan los mares, Y en gótico castillo donde en las piedras Musgosas por los siglos, crecen las yedras, Puestos de codos ambos en tu ventana Miramos en las sombras morir el día Y subir de los valles la noche umbría Y soy tu paje rubio, mi castellana, Y cuando en los espacios la noche cierra, El fuego de tu estancia los muebles dora, Y los dos nos miramos y sonreímos Mientras que el viento afuera suspira y llora! .................................................................... ¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos, cuando sobre las teclas vuelan tus manos! |
Nocturno I
José Asunción Silva.
HISTORIA CASA DE POESÍA SILVA
La casa marcada con el número 13 en la época de Silva, era el escenario de tertulia, una de las escasas formas de difusión de la producción literaria, en momentos en que el periodismo parecía más un bando de las campañas políticas justificadoras de las guerras civiles y el libro de autor nacional carecía de circulación.
Uno de los contertulios, Emilio Cuervo Márquez, relató detalladamente la atmósfera del sitio y de la ocasión, en palabras que parecen reanimar a los fantasmas de esta casa: “Aún veo el amplio cuarto de estudio. Discreta luz, anaqueles con libros. Al frente una reproducción de arte de “La Primavera” de Boticelli. En el centro, el amplio escritorio, sobre el cual se veían algunos bronces, el bade de tafilete rojo con el monograma en oro del poeta, revistas extranjeras. Diseminados aquí y allá, sillones en cuero, y gueridones con imponente cantidad de ceniceros, pues quienes allí nos reuníamos, a comenzar por el dueño de la casa, éramos fumadores empedernidos. Después de media hora de charla Silva daba comienzo a la lectura. (Tomada de: http://casadepoesiasilva.com/la-casa/).
Uno de los contertulios, Emilio Cuervo Márquez, relató detalladamente la atmósfera del sitio y de la ocasión, en palabras que parecen reanimar a los fantasmas de esta casa: “Aún veo el amplio cuarto de estudio. Discreta luz, anaqueles con libros. Al frente una reproducción de arte de “La Primavera” de Boticelli. En el centro, el amplio escritorio, sobre el cual se veían algunos bronces, el bade de tafilete rojo con el monograma en oro del poeta, revistas extranjeras. Diseminados aquí y allá, sillones en cuero, y gueridones con imponente cantidad de ceniceros, pues quienes allí nos reuníamos, a comenzar por el dueño de la casa, éramos fumadores empedernidos. Después de media hora de charla Silva daba comienzo a la lectura. (Tomada de: http://casadepoesiasilva.com/la-casa/).
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